martes, 14 de octubre de 2008

Artículo de Paco Pérez Bryan en Sur.es

Misericordia. «¡Viva la Peeeeerchelera!» «¡Arriba la Peeeeerchelera!»

Paco Pérez Bryan

Son las 20 horas. Es Jueves Santo. Llego a las oficinas de la cofradía, me pongo la túnica y alguien me dice: «Con la de años que llevas y todavía no te sabes poner el cíngulo». Son los nervios... Con mi amigo Manolo Martí, que hace ya tiempo se retiró por la famosa canción del dolor de espalda, me tomo la copita, mientras a través de los cristales veo a El Chiquito apoyado en su piedra con la cruz a cuestas. ¡Qué huella tan grande la cultura del barroco en nuestro país...!


El trono de la Virgen del Gran Poder comienza su recorrido, atrás queda la parroquia del Carmen.

Suena la música. Se va El Chiquito, y ahí está Nuestra Señora del Gran Poder. Saludo a mis colegas portadores con alegría. Suena la campana. ¡«A brazos, a brazos»! Es el grito de todos los años hasta que tengamos la casa hermandad.

Son las 21.45. La perchelera está en la calle Ancha del Carmen. Es lo mejor. ¡Qué mirada!, ¡qué casas!, ¡!qué calle!, ¡qué personajes! «¿Qué se le dice a la ‘Vien’?» «¡Guapa, guapa y guapa!»

Media hora después enfilamos la Alameda. El Chiquito está girando la rotonda del Marqués de Larios. El Cristo de los Milagros aparece lentamente por Puerta del Mar. Y Nuestra Señora del Gran Poder haciendo honor a su nombre. «‘Híos’, ¡qué bien la lleváis!» Toques y toques de campana. Música. Aplausos.

Emoción. Arriba. Abajo. A pulso. ‘Pá lante’. ‘Pá tras’. Me quedaría en el cruce con la Zamarrilla tres horas y media. «Señores, por favor, que nos queda mucho», la voz del capataz. Todos los años, lo mismo. Mola.

No sé por qué, pero por la calle Larios siempre me da el bajoncillo. En el cristal de un banco se refleja nuestro paso. Va guapa. Delante de la farmacia Mata, en su silla, don Mariano Labajos, mi gran profesor de física y química en el colegio de El Palo. Siempre está ahí. ¡Qué campeón! Como Lole, Adela y Paloma, a la entrada de la calle Granada. Tres mujeres iluminadas por el Gran Poder.


El Chiquito es una imagen con gran devoción.

A la altura de la Peña Malaguista las autoridades en formación se despiden de la Virgen. Nunca lo he comprendido. ¿Por qué se piran, si nos queda lo mejor?

Son las dos de la mañana. Estamos a la altura del Málaga Palacio. Se oye una voz: «Manué». Y entre las cabezas aparece Manué. «¿Qué haces?» «‘Pos’ nada. Aquí». «¿Has visto a la Mari Trini»? «Zi» «¿Te has comido el bocadillo?» «Zi». «¿Quieres otro?» «No». «No llegues tarde, ¿eh?» «Zi» «Vale». «Adió» ¡Qué momento! Es un clásico.

Vamos por el lateral de la Alameda. Ahora la Virgen de la Esperanza es la Reina de la Alameda. Saludamos educadamente sin el ímpetu de la Zamarrilla.

Ahora son las tres de la mañana y entramos por la recta final: la calle Ancha y su iglesia del Carmen al fondo. Mi amigo Chris Barron, el cantante de los Spin Doctors, mete el hombro (este año ya lo hará con túnica y con el cariño de todos los portadores hacia este torpedo de Nueva York). La gente canta el ‘Himno de la Alegría’ todos los años a esta altura. A mí, no sé por qué, me pone de los nervios.

Tomamos la curva casi a ras. El Chiquito mirando. El Perchel encendido. Nuestra Señora del Gran Poder bailando. ¡«Viva la Peeeeerchelera»! ¡«Viva la Peeeeerchelera»! «Arriba la Peeeeerchelera»!

Nazarenos de la Misericordia

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